Hace diez años fui invitado a participar de una interesante experiencia que tenía que ver con la comunicación humana y sus procesos. Debo reconocer que por algún instante la arrogancia actuó en mi, preguntándome ¿qué más puedo saber de comunicación si yo estoy en ello por tanto tiempo?. Aún así empecé a asistir a estos talleres durante tres largos años. Sin darme cuenta empecé a vivir una experiencia maravillosa, inicié un viaje por las profundidades de mi alma, y descubrí que mis miedos, mis temores, provocaban en mi una forma de observar el mundo, más pequeño, con pocas oportunidades. Había en mi un ser con una seguridad sobre el escenario, sin embargo, fuera de él, había timidez y temor de enfrentarse a desafíos nuevos.
En esta experiencia aprendí que el comunicar es el proceso más importante de nuestro vivir; cómo lo hagamos determinará el éxito o fracaso de nuestros propósitos, acciones o proyectos. Que el comunicar nos constituye como los humanos que somos; que mi ser surge en mis conversaciones y en el tipo de conversaciones que sostengo en la vida; que nuestras narrativas van marcando nuestra forma de dirigir la existencia. Que es el emocionar el que pone el cristal con que miro las cosas; y nuestras conversaciones son el reflejo de ese emocionar; que en mi conversación con otro puedo provocar una verdadera danza; pero como todo proceso de aprendizaje en esa danza podemos lograr sincronizar con el otro o no.
Pude abrirme a la experiencia de considerar el cuerpo, no solamente como el templo de mi alma, sino también como el reflejo de mi emocionar y de mi hablar; por lo tanto puedo intervenir en la actitud corporal para lograr "sintonizar" con el emocionar y el hablar.
Sin duda que fue una experiencia en que aprendí de mi propia ignorancia sobre la comunicación y a partir de allí, un proceso transformador. En otras palabras aprendí a observar y valorar el cómo nos comunicamos.
Prueba de ello es que en una de las sesiones frente a un grupo numeroso de personas me decleré como un "permanente aprendiz".
Ahora bien; la pregunta que muchos alumnos me formulan cuando desarrollo este tema en los talleres de oratoria, ¿Que tiene que ver esto con hablar en público?, ¿cual es la relación?.
La respuesta está en cada uno de ustedes. Cuándo logre comprender la importancia de la comunicación como aquello que nos constituye como humanos, podrá enteder que estar sobre el podium o sobre un escenario significa que su ser está expuesto; su forma de ver el mundo está expuesto; su visión sobre esto o aquello está expuesto. Entonces ¿que queda?; mirar al rostro de esa audiencia y abrirse a la experiencia de exponerse, porque sólo exponiéndose lo o la conocerán, sólo exponiéndose sabrán de usted, sabrán quien es, qué hace, que piensa; en fin, le conocerán. y conociéndole podrán dar valor a lo que dice a lo que hace, a lo que piensa.
Pero...para lograr aquello, es necesario preguntarse ¿cómo estoy conmigo mismo?, ¿cómo observo al mundo, lo hago con el vaso medio lleno o medio vacío?. Debemos reconocer nuestros miedos y ¡¡superarlos!!!, pero eso sólo es posible exponiéndose, atreviéndose.
En la Academia procuramos crear ese espacio emocional que le permita atreverse, y mirar al rostro de quienes están dispuesto a escucharle: la audiencia.
La decisión es suya, pero permítanos acompañarle en este proceso y luego, cuando logre cruzar el umbral de sus propias resistencias, simplemente puede abrirse a descubrir las posibilidades que están allí, muy cerca de usted.
En esta experiencia aprendí que el comunicar es el proceso más importante de nuestro vivir; cómo lo hagamos determinará el éxito o fracaso de nuestros propósitos, acciones o proyectos. Que el comunicar nos constituye como los humanos que somos; que mi ser surge en mis conversaciones y en el tipo de conversaciones que sostengo en la vida; que nuestras narrativas van marcando nuestra forma de dirigir la existencia. Que es el emocionar el que pone el cristal con que miro las cosas; y nuestras conversaciones son el reflejo de ese emocionar; que en mi conversación con otro puedo provocar una verdadera danza; pero como todo proceso de aprendizaje en esa danza podemos lograr sincronizar con el otro o no.
Pude abrirme a la experiencia de considerar el cuerpo, no solamente como el templo de mi alma, sino también como el reflejo de mi emocionar y de mi hablar; por lo tanto puedo intervenir en la actitud corporal para lograr "sintonizar" con el emocionar y el hablar.
Sin duda que fue una experiencia en que aprendí de mi propia ignorancia sobre la comunicación y a partir de allí, un proceso transformador. En otras palabras aprendí a observar y valorar el cómo nos comunicamos.
Prueba de ello es que en una de las sesiones frente a un grupo numeroso de personas me decleré como un "permanente aprendiz".
Ahora bien; la pregunta que muchos alumnos me formulan cuando desarrollo este tema en los talleres de oratoria, ¿Que tiene que ver esto con hablar en público?, ¿cual es la relación?.
La respuesta está en cada uno de ustedes. Cuándo logre comprender la importancia de la comunicación como aquello que nos constituye como humanos, podrá enteder que estar sobre el podium o sobre un escenario significa que su ser está expuesto; su forma de ver el mundo está expuesto; su visión sobre esto o aquello está expuesto. Entonces ¿que queda?; mirar al rostro de esa audiencia y abrirse a la experiencia de exponerse, porque sólo exponiéndose lo o la conocerán, sólo exponiéndose sabrán de usted, sabrán quien es, qué hace, que piensa; en fin, le conocerán. y conociéndole podrán dar valor a lo que dice a lo que hace, a lo que piensa.
Pero...para lograr aquello, es necesario preguntarse ¿cómo estoy conmigo mismo?, ¿cómo observo al mundo, lo hago con el vaso medio lleno o medio vacío?. Debemos reconocer nuestros miedos y ¡¡superarlos!!!, pero eso sólo es posible exponiéndose, atreviéndose.
En la Academia procuramos crear ese espacio emocional que le permita atreverse, y mirar al rostro de quienes están dispuesto a escucharle: la audiencia.
La decisión es suya, pero permítanos acompañarle en este proceso y luego, cuando logre cruzar el umbral de sus propias resistencias, simplemente puede abrirse a descubrir las posibilidades que están allí, muy cerca de usted.
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